La centralidad ignorada del pico petrolero

por Jorge Figueiredo [*]

Es una de las paradojas de nuestra época que la cuestión más importante del siglo XXI, aquella que va a marcar a nuestra generación y a todas las que han de venir, sea casi totalmente ignorada por la mayor parte de los mass media, de los economistas y de la generalidad de la población. Me refiero al Pico de Hubbert, el Pico máximo de producción petrolera en el mundo.

Si el petróleo barato y abundante permitió el desarrollo acelerado del mundo en el siglo XX, la situación de penuria en el siglo XXI anuncia un cuadro económico totalmente diferente pues no existe ningún substituto para la cantidad de petróleo ahora (aún) consumida por el mundo (cerca de 85 millones de barriles por día)

El fin anunciado de la era del petróleo marca un momento crucial y decisivo en los destinos de la humanidad, señala un nuevo paradigma histórico. Él provoca problemas muy complicados y que comienzan desde ya. Después del fin, nada será como antes – pero mucho antes del fin el problema comienza ya a manifestarse.

Tal como en las novelas de misterio, el mejor escondite para un objeto es un lugar que esté a la vista de todos. En el caso del pico petrolero, él también está a la vista de todos – pero parece que pocos lo ven. Prácticamente TODO de la historia contemporánea puede ser explicado y entendido a la luz del pico petrolero – es la cuestión central de nuestro tiempo.

En verdad, se puede clasificar a todos los países productores de petróleo del mundo en dos grandes categorías: aquellos que ya alcanzaron el Pico (la gran mayoría, México inclusive) y los que aún no lo alcanzan. Estos últimos son constituidos por pocos países, la mayor parte de ellos pequeños productores desde el punto de vista cuantitativo. Los únicos grandes productores que aún no alcanzan el pico son Brasil y Angola.

Muchos entienden (incorrectamente) que la cuestión del Pico es la cantidad absoluta del petróleo aún remanente en el mundo. No es así. La cuestión crucial es, si, la tasa de producción posible. El mundo ya alcanzó la tasa máxima de producción posible y nada hay que hacer en cuanto a eso. Las pseudosoluciones difundidas por los media, tales como los petróleos no convencionales (como el óleo de Bakker, los esquistos bituminosos de Canadá, el deep offshore, el polar, los biocombustibles líquidos, renovables en general, etc) no pueden de modo alguno satisfacer el déficit de producción del petróleo convencional que se avecina.

El ratio EROEI

En realidad, todas las soluciones planteadas para satisfacer el déficit de la producción de petróleo convencional se enfrentan con un obstáculo mayor e insuperable: el del ratio EROEI (Energy Returned On Energy Inputed). Esta tasa es inexorable e implacable. Ella tiene la gran ventaja de recurrir a unidades puramente físicas, dejando de lado ilusiones monetarias. Por cada barril de petróleo invertido en la producción de petróleo se obtiene un retorno cada vez menor. En la década de 1930 se obtenían cerca de 100 barriles de petróleo por cada barril invertido en su producción. Hoy, ésta proporción es mucho menor y andará en torno de los 15. En algunos casos del petróleo no convencional la proporción es aún peor. Ejemplo: la explotación de los carbones bituminosos que solo resulta en cerca de tres a cuatro barriles de producción por cada barril invertido (sin hablar del gigantesco desperdicio de gas natural necesario para su producción.

En tanto, el objetivo de esta comunicación no es exponer tecnicidades relativas al Pico petrolero y si examinar sus consecuencias económicas, sociales y políticas. Para las cuestiones técnicas, se pueden consultar los numerosos trabajos de Colin Campbell, Jean Laherrere, Robert Hirsch, Gail Tverberg, así como los textos de la ASPO (Association for Study of Peak Oil).

Cuando se habla del Pico Petrolero toda la gente piensa inmediatamente en los aspectos geopolíticos del problema. Este es, naturalmente, el aspecto más evidente. Basta ver las sucesivas agresiones imperialistas para la captura de las reservas remanentes en el mundo, con las invasiones de Iraq, Afganistán, Libia, las amenazas actuales a Siria y a Irán, la creación por el gobierno de los Estados Unidos de un Comando para África en sus fuerzas armadas, etc. Las guerras depredadoras por recursos son hoy noticia diaria de los periódicos.

Esos son aspectos notorios que están a la vista de todos. Pero hay también más sutiles que se están verificando en este momento y cuyas causas profundas son el Pico Petrolero. Tomemos un ejemplo aleatorio, uno entre muchos, para ilustrar: el caso de la reciente Revolución egipcia. Se puede afirmar que tuvo como causa subyacente la superación del pico. Cuando la producción de petróleo de Egipto comenzó a declinar, el rendimiento de las exportaciones del mismo consecuentemente comenzaron a disminuir. Pero estos constituían una fuente importante del presupuesto del Estado egipcio. Gran parte de los beneficios sociales de su pueblo (educación, salud, etc) están así financiados y tales beneficios comenzaron progresivamente a controlarse. Por tanto, tuvo inicio ahí la insatisfacción social, que finalmente llegó a la gran revuelta popular conocida por todos. Este ejemplo da una idea de algo que está pasando en muchas partes del mundo.

En tanto, podemos y debemos generalizar intentando ir un poco más allá en el nivel de la abstracción. Se puede también afirmar que el actual endeudamiento generalizado – Estados, municipalidades, familias, empresas financieras y no financieras – en los principales países capitalistas del mundo tiene como causa profunda el inicio del agotamiento del petróleo en el mundo pues el estancamiento del crecimiento perjudica la capacidad de reembolso.

Marx, en el Tercer Libro de El Capital, explica la ley de la renta diferencial de explotaciones mineras. Se verifica que el agotamiento de recursos fácilmente extraíbles obliga a buscar aquellos con mayor dificultad de extracción (más distantes, con proporciones de mineral menores, con más dificultad de extracción etc) y la renta diferencial disminuye así. Eso es válido para toda y cualquier explotación minería – y también para el petróleo.

En este momento los campos grandes y antiguos del mundo, de extracción fácil (Gawar, Cantarell, ...), ya rebasaron el pico y están ahora en el lado derecho de la curva del declive. A medida que éste petróleo “viejo” se agota sería preciso sustituirlo por producción de campos nuevos, de menores dimensiones y de extracción más difícil. Pero la producción mundial ya está estancada hace varios años – a pesar de los precios altos . Solo, simplemente para conseguir mantener en el futuro los niveles de producción actuales sería preciso inversiones cada vez más colosales con perforaciones cada vez más profundas (deep offshore, etc), en lugares cada vez más inhóspitos (zonas polares, etc) y con tasas EROEI cada vez peores. Se trata por tanto de un problema de extracción y no de dimensión absoluta de las reservas remanentes. Todo eso indicia un problema sistémico. Se debe notar que nos referimos aquí a realidades puramente físicas, poniendo de lado miradas monetarias.

Examinando el asunto por el lado de las reservas (y no de la tasa de extracción), se verifica aún que países productores tenderán a mantener para si mismos el petróleo remanente en sus territorios. Así, independientemente de la capacidad técnica y financiera para aumentar la tasa de producción, la cantidad disponible para exportación necesariamente disminuye. El ejemplo de Indonesia, país que desde el punto de vista formal continúa en la OPEP, es significativo.

La acumulación es inherente al modo de producción capitalista. Por su naturaleza, este modo de producción tiene que crear un excedente pues es eso lo que garantiza su sobrevivencia. El crecimiento vertiginoso del siglo XX se debe básicamente a la existencia de un combustible abundante y barato: el petróleo (así como la Revolución Industrial del siglo XIX se debe al carbón). Ahora, cuando el petróleo comienza a escasear surge un problema estructural: el sistema comienza a patinar, a girar en seco, pues no puede “crecer”. Esto explica los fenómenos del endeudamiento y la financiarización. Endeudamiento porque gran parte de la inversión efectuada hasta ahora contaba con el crecimiento futuro a fin de generar recursos para poder ser reembolsado. Financiarización porque capitalistas, desesperados en busca de la ganancia, pasaron a intentar obtener dinero a partir del dinero sin actividad productiva real. Se puede afirmar que la Crisis desencadenada en 2008 tiene ahí su génesis real.

El problema sistémico es que 1) las deudas contraídas en el pasado contando con el crecimiento futuro tienen que ser pagadas; y 2) la obtención de dinero a partir del dinero, sin pasar por la etapa intermedia de la mercancía, no puede perdurar para todo y para siempre. En relación al primer punto, la solución es de una evidencia meridiana e ineluctable: deudas que no pueden ser pagadas no lo serán. Los acreedores no gustan de tal solución y, por tanto, intentan resolver su problema de otras formas como la esclavización de países (Grecia,...) y clases sociales deudoras (un neofeudalismo en que estas serían siervas de sus deudas). Es lo que está ocurriendo en países de capitalismo “viejo” como los Estados Unidos, Europa y Japón, ahora en camino a la decadencia.


Todo conjugado, verificamos que estamos en la inminencia de desordenes telúricas en el sistema mundial. El mundo tal como los conocimos cambiará en nuestra generación. Los breves cien años de crecimiento (poblacional inclusive) proporcionados por el petróleo están acabándose y eso significa una avería insanable en un modo de producción que exige la acumulación indefinida. No existen remedios tecnológicos que puedan resolver el problema. Tenemos que cambiar de paradigma, con una dieta forzosa de energía. En realidad, no es solo de energía pues el caso del petróleo es apenas un aspecto particular del caso más general de agotamiento de los recursos planetarios (uranio, minerales diversos, madera, la propia agua,...) Es precisos revisitar el estudio de los “Límites del crecimiento”, de 1972, tan vilipendiado por economistas vulgares.

¿Que hacer?

El primer paso para la resolución de un problema es reconocer que él existe. Hasta ahora el mundo permaneció en la ignorancia del problema, o, peor aún, en la negación del mismo. Reconocer la realidad del Pico Petrolero es traerla al debate público, como la cuestión central de nuestro tiempo y es una tarea apremiante y urgente. El Pico Petrolero debería permear todo el discurso político, todos los proyectos sociales y económicos que se tienen a la vista –con el abandono del paradigma de los recursos infinitos. En tanto, la consciencia del Pico Petrolero continúa restringida a círculos especializados y por tanto el necesario debate en la sociedad aún está lejos de ser generalizado. Eso es también una responsabilidad de aquellos que – como nosotros – se interesan en participar de la vida social y política.

En segundo lugar, tenemos que promover medidas que: 1) no agraven el problema con proyectos de inversión ruinosos amoldados a la idea de recursos infinitos (nuevos aeropuertos, autopistas, ...); y 2) tiendan a amenizar el problema manteniendo patrones de justicia equitativa entre los países (sean o no productores de petróleo) y entre las diferentes clases sociales.

Los problemas relacionados con la tasa de extracción son inmediatos pero aquellos relativos al inexorable agotamiento de los stocks existentes en el planeta son a plazo más largo (40 o 50 años, tal vez). En cuanto a este último, debemos tener en mente que hay diferentes maneras de caminar en la curva del declive. Una es la forma brutal de la guerra por recursos con una repartición altamente injusta de dotación existente del oro negro entre países y clases sociales. Otra, es una forma civilizada en que los problemas inevitables serán tan minimizados como sea posible.

La forma civilizada podría ser un acuerdo internacional en los marcos del “Protocolo de agotamiento del petróleo” redactado por el Dr. Collin J. Campbell (ver http://resistir.info/energia/depletion_protocol_p.html) que establece bases para un programa de transición (el parlamento portugués lo aprobó formalmente, pero es ignorado por el gobierno). El protocolo pretende:

  • Impedir el aprovechamiento especulativo de la escasez (profiteering), de modo que los precios del barril puedan permanecer en un relacionamiento razonable con el costo de la producción;
  • Permitir a los países pobres hacer frente con sus importaciones;
  • Evitar desestabilizar flujos financieros consecuentes de precios del petróleo excesivos;
  • Concientizar a los consumidores y evitar el desperdicio;
  • Estimular el desarrollo de energías alternativas.

Tenemos que prepararnos para un mundo cada vez menos energívoro. Hoy, los países que tienen gobiernos más lucidos ya toman medidas para facilitar la transición. Suecia por ejemplo tiene un programa ambicioso para eliminar el petróleo de su economía, con producción de biometano en gran escala. Los parlamentos de Australia y de Gran Bretaña hicieron comisiones de estudio acerca del Pico Petrolero y formas de minimizarlo. Los gobiernos de Irán y de Paquistán estimulan activamente la substitución de refinados del petróleo en los transportes por vehículos de gas natural (ya existen 2,8 millones en cada uno de estos países) y el de la India hace lo mismo (ya existen 1,1 millón). China y Australia ya usan el gas natural licuado (GNL) en los camiones pesados. Los ejemplos podrían multiplicarse.

Considerando que la mayor parte del petróleo del mundo es consumida en el sector de los transportes y es ya deseable reducir su consumo lo más posible – en beneficio de las generaciones futuras y de utilizaciones inmediatas más prioritarias (fertilizantes agrícolas, agro-defensivos, plásticos, química fina, etc) – será una buena idea comenzar por substituir los refinados del petróleo en el sector del transporte. El combustible más prometedor para ello es el metano, el principal constituyente del gas natural. En los transportes (camiones, autobuses, ferris, navíos, etc) él puede ser utilizado bajo la forma comprimida (GNC) o licuada (GNL). Al contrario del petróleo, el gas natural también puede tener origen no fósil: es el caso del biometano, una energía renovable producida a partir de residuos y que no compite con la producción alimentaria.


Queridos amigos:

Durante millares de años nuestra especie vivió en este planeta sin recurrir al petróleo. Y su fin anunciado puede, por tanto, no ser una tragedia si sabemos hacer la transición. Nuestra reacción tendrá que ser adaptativa, como siempre se dio a lo largo de toda la historia humana frente a sacudidas fuera de su control. La verdadera tragedia no está en el fin del petróleo y si en el capitalismo. Este modo de producción y de distribución es el que impide la sustentabilidad de nuestro planeta. Si no lo superamos, en esta fase del mundo pos Pico Petrolero, tendremos la intensificación de la barbarie: guerras depredadoras por recursos naturales, distribución cada vez más injusta de la riqueza remanente y todo su cortejo de secuelas. Pero hay varios futuros posibles. Toca a nosotros luchar por los más justos.

Sala de sessiones del XVI Seminário Internacional del PT de México.


[*] Ponencia apresentada en el XVI Seminário Internacional "Los partidos y una nueva sociedad", 22-24/Março/2012, Ciudad de México.

Esta comunicação encontra-se em http://resistir.info/ .
28/Mar/12